martes, 24 de marzo de 2009

LA LIBERTAD DEL CORRER

Los movimientos lentos, como los del Tai chi o el Kum Nye, no son la única manera de llegar a la conciencia corporal. También puede alcanzarse practicando ejercicios más dinámicos como correr, nadar, ir en bicicleta o esquiar, siempre y cuando los hagas con la actitud correcta. Lo importante es considerar el ejercicio elegido como un medio para explorar las capacidades del cuerpo y profundizar la relación con uno mismo, y no como un reto o una medida autodisciplinaria. En otras palabras, se trata de no ser severo contigo mismo y de moverte sin esfuerzo y sin afán de competir. El ejercicio debe ser un placer, no una prueba de resistencia para comprobar la velocidad o la distancia de que eres capaz.
Correr es más que un deporte: es una forma de meditar, una manera de conocerte a ti mismo. Cuando corras puedes utilizar la visualización para controlar mejor el proceso físico y mental y para ampliar tus horizontes. Puedes correr todo lo que quieras y a la velocidad que prefieras.
Dar el primer paso para comenzar a “estar en forma” es lo más difícil, pero es posible mantener las buenas intenciones del principio. Deja que tu cuerpo determine el tipo, la velocidad, la frecuencia y la duración de la carrera, y descarta desde el primer día cualquier expectativa sobre “cómo debo hacerlo”. Correr con regularidad tiene muchos efectos positivos para la salud: adelgaza, aumenta la fuerza y el tono muscular, fortalece el corazón, mejora la circulación, beneficia a la piel y ayuda a dormir mejor. Es beneficioso para la salud mental, espiritual y emocional. Por supuesto, correr puede ser duro, pero la mayoría de las veces es divertido, un juego con el que disfrutar. Al cuerpo humano le gusta moverse, bailar, viajar; correr te hará gozar de esa alegría intrínseca que todos llevamos dentro, el placer de estar vivo y en movimiento.
En este capítulo encontrarás algunos consejos para encontrar tu propia manera de correr. Con estos elementos básicos podrás comenzar con buen pié, evitar eventuales lesiones y asumir una actitud y una disposición de ánimo que te permitirán disfrutar cada vez que corras. Piensa en lo que sentirás después de correr: los latidos del corazón, el calor de las extremidades, el sudor de la piel. Repasa, tranquilamente todas las dudas, los miedos y las excusas que tu mismo inventas para justificar que este ejercicio no es eficaz para ti. Tú eres quién crea la calidad de tus experiencias.
Disfruta corriendo con el cuerpo relajado, consciente de tu cuerpo y tus movimientos.
Correr, hacer footing y caminar son tres formas de llegar a la conciencia corporal pero también son deportes, y su práctica requiere una preparación adecuada. Si tienes dudas sobre las posibles consecuencias que pueda tener el correr en tu caso, consulta a tu médico. Si no estás en óptimas condiciones físicas sigue las instrucciones de este capítulo, pero cada vez que leas la palabra correr reemplázala por la palabra caminar. De todas maneras, antes de echarte a correr siempre hay que caminar. Durante las primeras semanas haz los ejercicios para entrar en calor, date un par de caminatas no muy largas pero con paso enérgico y después haz los ejercicios de relajación. Más adelante cuando caminar te resulte más fácil, prueba a hacer un poco de footing, alternando correr y caminar durante breves intervalos. Por entonces ya podrás alternar durante quince minutos el correr y caminar. Ve acortando poco a poco el tiempo que pasas caminando, hasta que acabes por correr todo el rato. Recuerda que has de dejar tiempo para los ejercicios de entrar en calor, para caminar/correr, y para relajarte y ducharte. Si realmente quieres ponerte en forma tienes que correr al menos tres veces por semana: lo ideal para la salud es correr entre tres y cinco veces por semana. Por otra parte, es necesario que estés al menos un día de la semana sin correr.
Calentamiento
Entrar en calor ha de considerarse una parte integrante del correr, y es esencial para evitar las lesiones. Cada vez que salgas a correr tienes que pasar diez buenos minutos entrando en calor. Durante ese tiempo has de estirar los músculos y aumentar el flujo de sangre hacia ellos, olvidarte de lo que estuvieras haciendo, prepararte a correr y ponerte en la disposición de ánimo idónea para hacerlo. Cuando hagas los ejercicios de estiramiento debes involucrar a tu mente y tus emociones en la misma medida que tu cuerpo. Tienes que ser consciente de lo que entrar en calor y correr significan para ti en ese momento. Si experimentas una actitud negativa o no tienes ganas, toma distancia mentalmente y obsérvate sintiendo eso. Recuerda el interés y entusiasmo que sentías cuando tomaste la decisión de salir a correr. Acuérdate de algún día en el que tuviste una sensación particularmente agradable mientras corrías o después. No siempre estamos inspirados, y todos tenemos días en que no nos apetece ni salir de la cama. Si habías planeado correr pero te das cuenta de que no estás de humor para ello, hazte esta pregunta: ¿prefiero quedarme con esta sensación, o llevar adelante mi intención de correr? Decidas lo que decidas, ¡aprovéchalo al máximo!
Corriendo
La palabra “footing” a veces evoca una imagen de gran aburrimiento, pero no tiene por qué ser así. Para disfrutar más cuando corres puedes introducir ciertas variantes. Por ejemplo, variar la velocidad no sólo te da un mayor control, sino que es aún más beneficioso para la salud. Prueba a empezar caminando rápidamente, luego pasa a un trote ligero moviendo hombros y piernas. A continuación quizá te apetezca hacer un poco de footing durante un rato para entrar en calor, con algunos sprints a distintas velocidades para hacerlo más interesante. Siempre que te sientas cansado reduce la velocidad a la de una caminata rápida.
Cómo encontrar tu propio ritmo. Las personas que corren por primera vez suelen sentir rigidez en sus cuerpos por su falta de confianza en sí mismos, o inconscientemente intentan imitar a algún corredor que han visto. Sin embargo, si observas bien los movimientos de las personas que corren, verás que cada una de ellas tiene su propio estilo y su propio paso. Fíjate como corre un niño o un animal. Luego sal al campo, olvida todo lo que sabías o sentías acerca de correr, y corre. Sal disparado, salta, brinca, haz cabriolas, corretea hacia atrás hacia delante, en círculos. Corre por el puro placer de sentir que tu cuerpo se mueve, como hacen los niños, las gacelas y los jaguares. Varía la longitud de las zancadas y las maneras de utilizar los brazos a medida que cambias de ritmo. Cuando tengas más resistencia y estés más acostumbrado puedes ir variando la marcha y los movimientos de los brazos, aumentando así el placer de correr.
Correr sobre distintos terrenos y a distintas horas. Planifica varios recorridos más cortos o más largos, por distintas zonas y terrenos. Tal vez un día te apetezca subir corriendo una colina y al día siguiente prefieras correr el doble de tiempo pero colina abajo. Haz alguna ruta por un campo de tierra compacta o de hierba, y si es posible prueba a veces a correr descalzo por la playa. Quizás corras mejor en un momento determinado del día pero te sientas mejor después de correr en otro momento. Corre a diferentes horas antes de decidir cuál es la mejor para ti -esto para los que puedan decidir a que hora correr-. No olvides que también las rutas son distintas según la hora del día.
Enraizamiento, respiración y meditación. Correr es una manera excelente de experimentar tu enraizamiento, de estar realmente en la parte inferior del cuerpo y ser consciente de tu conexión con la tierra. Siente como el impacto de cada zancada asciende por las piernas, la pelvis y la parte inferior de la columna. Concéntrate en las sensaciones que te producen las distintas superficies por las que corres. Trata de visualizar tu pelvis y tus caderas en movimiento. Utiliza la respiración como mecanismo de control. Antes de empezar a correr, comprueba que puedes respirar con el abdomen y caminar al mismo tiempo. Si te quedas sin aliento cuando corres, seguramente estás corriendo demasiado rápido o durante demasiado tiempo. La espiración ha de durar más tiempo que la aspiración, creando un ritmo constante. Por ejemplo, la aspiración dura el tiempo de dar dos pasos, y la espiración dura tres. Un tipo de meditación muy eficaz que puedes hacer mientras corres consiste en contar cada respiración hasta llegar a cinco, y luego empezar otra vez desde uno. También puedes meditar concentrándote en una parte de tu cuerpo: en tus pies en el momento que pisan la tierra, o en el abdomen que se mueve con tu respiración.
Visualizar, o imaginar con cualquiera de los sentidos, puede hacerte más fácil el correr, hacerte sentir más ligero y más veloz y ayudarte a alcanzar un estado más lúdico o meditativo. Puedes poner en práctica las ideas siguientes, o inventarte las tuyas: Para sentirte ligero y correr con más facilidad y sin esfuerzo, imagínate que desde atrás una enorme ola te empuja suavemente hacia delante. Déjate llevar por ella: la ola te empuja, te eleva, te transporta, te limpia, te refresca. Imagínate que eres un punto pequeño y suave que se desplaza, plácidamente y sin esfuerzo, hacia delante a través del espacio. Siente que tus piernas son unos pistones de movimiento continuo, hechos con el metal más resistente, transportándote incansablemente hacia delante.
Reponerse
Es muy importante que después de correr te tomes el tiempo necesario para recobrar el aliento, devolver al cuerpo su ritmo normal y observar cómo te ha sentado interiormente la experiencia. Emplea el tiempo de los estiramientos para prestar atención a tus sentimientos y sensaciones. Observa tus músculos, la piel y la respiración, el corazón que late y la temperatura elevada. Nota cualquier dolor o molestia que pueda haber, y sé consciente de tu actitud, sensaciones y pensamientos. De nuevo, ten paciencia contigo mismo y no te apresures. Recuerda que has de seguir respirando, dejando que tu peso se atenga a la gravedad y relajando tantos músculos como puedas.

La libertad del correr
LIDELL, L.; THOMAS, S.: “El cuerpo sensual” Integral. Barcelona, 1989.

Mis agradecimientos a José Gutierrez descubridor de los textos, quien tiene una magnífica web que es:


http://www.ieslasllamas.com/

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